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Cielo Riveros cumple 18 años y será cogida por toda la familia
Los Riveros Caballero son una familia especial con una curiosa y peculiar costumbre que viene de lejos y que tiene que ver con el momento en que las hijas cumplen los dieciocho. Hoy, Cielo Riveros, la pequeña de la familia, cumple esa edad.
El día que cumplía dieciocho, Cielo Riveros se despertó como cualquier día entre semana a las siete de la mañana con el despertador del móvil. Lo apagó y suspiró tumbada en la cama.
- Feliz cumpleaños Cielo Riveros. - susurró para sí. - Hoy empieza tu nueva vida.
Y sin demorarlo más, se levantó de la cama y fue hasta el cuarto de baño privado de su habitación. Allí se quedó mirando la camiseta que llevaba, sonrió a su imagen del espejo con cierto aire melancólico y de miedo. Desde hoy, no volvería a ponerse nada para dormir, hoy, como se había dicho así misma al despertar, empezaba su nueva vida.
Desnudándose, se metió en la ducha y dejó caer el agua caliente por su cuerpo mientras se enjabonar. La muchacha, acarició su pubis de vello moreno y rizado y se metió dos dedos en su prieto coño hasta el fondo, acariciando su himen mientras cerraba lo ojos y empezaba a meter y sacar los dedos despacio, dejando el placer salir de su interior y escurrirse con el agua de la ducha tras cinco minutos masturbándose comprobando en todo momento que su virgo estaba intacto, no quería defraudar a papá esa noche.
Salió de la ducha sin esmerarse mucho, esta noche tendría que hacerlo antes del gran momento, y se secó con la toalla pasando de nuevo a su habitación, dónde sacó de su armario la ropa del uniforme del colegio y se vistió. Medias rojas hasta las rodillas, falda a cuadros plisada, camisa blanca, corbata negra y jersey rojo. Hoy, ya, debía de dejar de usar ropa interior, así que ni bragas ni sujetador. Mirándose en el espejo de cuerpo entero que había en la puerta del armario, volvió a sonreír mitad melancólica mitad asustada. Después, sin retrasarlo más, a las siete y media salió de su habitación al pasillo de casa y miró a ambos lados, a las puertas de las habitaciones de sus hermanas. En la de la derecha, la de Natalia, su hermana mayor, estaba colgado un cartel de NO MOLESTAR en el pomo. Suspiró, ya estaba anoche cuando se fue a acostar, por lo que su hermana debía de seguir ocupada y no sabía hasta cuándo. La puerta del lado izquierdo se abrió y de la habitación salió su hermana Katherine Riveros, vestida con una camiseta blanca ajustada que le marcaba los pezones, un ceñido vaquero que se ajustaba asus piernas como un guante, y unos calcetines blancos en los pies.
- Hola canija, feliz cumpleaños.
Las dos hermanas se besaron. Katherine Riveros acarició la cara de Cielo Riveros, era más alta que ella, casi una cabeza, la mediana de las tres hijas de Riveros Caballero era la más alta de todas, la más voluptuosa, aunque Cielo Riveros se decía que a ella aun le quedaba que crecer y desarrollar, la pequeña todavía media poco más de metro sesenta y sus tetas eran muy pequeñas, aun así, era delgada y de figura estilizada.
- Gracias. - susurró la chica, y se puso de puntillas sobre sus pies descalzos para besar en la boca a su hermana, que la abrió receptiva y jugó con la lengua de Cielo Riveros unos segundos. Desde hoy, pensó la chiquilla, los besos en la boca, siempre.
Las dos hermanas se separaron y se sonrieron.
- ¿Nerviosa? - preguntó Almu.
Cielo Riveros, sonrió tímida y con los ojos algo vidriosos.
- Si. Mucho.
- Tranquila. Papá sabe lo que hace, tendrá cuidado.
- ¿Y el abuelo?
Katherine Riveros hizo una pequeña mueca.
- Depende. Nati siempre ha dicho que nunca le ha dolido, sin embargo, a mi aun me duele con él.
Cielo Riveros asintió, se secó las lágrimas y volvió a ponerse de puntillas para besar a su hermana, dejando que sus lenguas jugaran de nuevo.
- Bajemos. - dijo Almu - Nati no creo que desayune hoy con nosotras. Esta con el quinto de la noche.
- ¿Cinco? - dijo Cielo Riveros algo asustada.
- Y de uno en uno. Desde que se acostó ayer hasta ahora. A veces es mejor eso que uno solo que pague por toda la noche.
- ¿Alguna vez…?
- ¿Toda la noche? Si, tanto Nati como yo, y creeme, es muy duro, sobre todo depende de quien sea y si han tomado algo o no para aguantar más. Me ha llegado a follar el mismo tío hasta siete veces en una noche.
>> Los hay habituales que son muy caprichosos y muy resistentes. Pero tranquila, no pienses en eso, hasta dentro de un mes no empezarás a recibir gente de fuera. Primero somos los de casa, ya sabes. Papá, el abuelo, el tío y los primos.
La muchacha asintió, había visto lo que le iba a pasar ya dos veces, con sus hermanas, cuando llegó el día de su dieciocho cumpleaños y los días posteriores; y a pesar de que sabe que es cierto que en casa no se hace daño, o se procura no hacerlo, las recuerda llorando día tras día de ese primer mes y de los siguientes, cuando empezaron a llegar la gente de fuera. Luego ya se acostumbraron, le decían, y solo lloraban si tocaba recibir a alguno de los clientes especiales, los únicos que entraban junto a papá o mamá para que estos se asegurasen que no se excedían en el trato más de lo acordado.
Las dos chicas bajaron las escaleras al piso inferior del ático duplex en el que vivían en el centro de Madrid y entraron en la cocina. Su padre desayunaba sentado, vestido con su elegante traje negro y sonrió al ver a sus hijas bajar.
- Buenos días… Felicidades Cielo Riveros, cariño.
La chiquilla sonrió y fue hacia el hombre, se agachó y le besó en la boca, y sus lenguas se juntaron de nuevo. Joaquín llevó su mano al muslo derecho de Cielo Riveros y sintiendo como la piel de su hija se ponía como de gallina subió la mano hasta acariciar su entrepierna y metió un dedo dentro del coño de su hija que gimió tensandose y cerrando los ojos. El hombre, sonriendo, aguantando el beso de su hija sin dejar de jugar con su lengua en la de ella y su paladar, acarició el himen de la chiquilla y sacando la mano, separó su boca de la de su hija y sonrió chupandose el dedo.
- Hoy es el gran día cariño. Hoy serás mía del todo.
Cielo Riveros, aguantando un sollozo, esbozó una sonrisa y asintió. Saludó a su madre, que terminaba de preparar desayunos. Ana, elegante como siempre, vestida con su traje de chaqueta, con sus piernas envueltas en medias de nylon color carne, abrazó a su hija y la beso en la boca. Las puntas de los pies descalzos de ambas mujeres se tocaron mientras se fundían en un abrazo y las lenguas se acariciaban una a otra. Cuando se separaron, sin soltarse, había lágrimas en los ojos de ambas.
- Felicidades cariño. Hoy serás ya toda una mujer.
Cielo Riveros, asintió, dejó esperar unos segundos y soltó a su madre para sentarse a desayunar junto a sus padres y su hermana.
- Esta tarde, vendrás directamente del colegio, - dijo Joaquin mirando a su hija pequeña - irán a buscarte tus hermanas y vendréis las tres juntas. Al llegar a casa, subiras directa a tu habitación y allí,mamá y la abuela te prepararan.
Cielo Riveros asintió mientras removía su cola-cao.
- Luego, ya preparada, podrás bajar a merendar, y después, subirás a tu habitación y esperarás a que yo entre. Y entonces, ya, será tu momento.
- Sí papá.
>> ¿Será largo… dolerá? - dijo mirando a sus padres con los ojos llenos de lágrimas.
Joaquin sonrió, miró a su mujer y esta fue junto a su hija y la abrazó consolandola.
- Cariño… Las primeras veces siempre duele, pero papá tendrá cuidado, y no te hará más daño del necesario, como pasó con tus hermanas.
Cielo Riveros miró a su padre y a su hermana, que asienten sonriendo cómplices.
- Luego entrará el abuelo. - siguió diciendo su padre, a lo que Cielo Riveros se tensó, notando incluso a su madre, que no la soltaba, tensarse también - Y después, yo otra vez, y cuando acabe, podrás asearte con ayuda de tu madre y tus hermanas y si lo deseas bajar a cenar.
>> Mañana no es fiesta y tendrás que ir al colegio, aunque te duela.
Cielo Riveros asintió, su madre se separó de ella acariciándola y la dejó terminando de desayunar. La puerta de la habitación de Natalia sonó y poco después se oyeron pasos por las escaleras y un hombre de unos cincuenta apareció por la puerta.
- Hola Abel. ¿Cómo ha ido?
El hombre, que terminaba de vestirse poniéndose una chaqueta azul marino, sonrió mientras miraba la hora,
- Ya he terminado. Me guardo para cuando pueda venir a ver a Cielo Riveros. - Dijo señalando a la chiquilla. - ¿Hoy es el gran día, no?
Todos asintieron, el hombre entró y fue hacia Cielo Riveros y besándola en la boca, notando la receptividad de la chiquilla al momento y jugando con sus lenguas, sonrió.
- Pues felicidades, y en cuanto tu padre habrá tu cuenta, pediré hora, ya solo me faltas tu de la casa.
Todos sonrieron, incluso Cielo Riveros, que no podía hacer otra cosa sintiendo el miedo y la vergüenza en ella crecer.
- Bueno, yo bajo ya… Son casi las ocho y tengo que abrir la portería.
>> Un placer como siempre, señores Riveros , hoy Natalia ha estado soberbia, su hija mayor la chupa como ninguna. Después de darle por culo me ha hecho una de sus mamadas tan buenas.
- Si. - dijo sonriendo Joaquín - a falta de ver como lo hace Cielo Riveros, Nati es la mejor de la familia en esas lides, sin duda.
Katherine Riveros se ruborizó, y la madre de las chicas miró hosca a su marido, pensando en que esa noche le haría la mejor mamada que le hayan hecho nunca.
- Oh querida, no te molestes. - dijo Joaquin acariciando la mano de su mujer al darse cuenta - Tu la chupas de maravilla, pero en eso, tu hija mayor, te gana. No en vano la piden siempre para eso todo el mundo. El culo ya sabemos todos que el mejor es el tuyo, pero la boca… - sonrió dando un azote en el muslo de su mujer - la boca nadie la tiene como tu hija Nati.
Todos rieron, menos Katherine Riveros y Cielo Riveros, que miraban a sus tazones de café y cola-cao respectivamente.
- ¿Se ha corrido dentro de ella? - preguntó Joaquin.
- Si, en la boca, y antes en el coño, así que aunque estuviera con la regla… yo creo que deberá tomar la pastillita.
El padre de las chicas asintió.
- Señores. - dijo Abel, el portero del edificio - Me bajo ya a abrir. Buenos días.
Todos se despidieron de él y poco después de irse de la casa, sonó de nuevo la puerta de la habitación de arriba y apareció por la puerta Natalia, totalmente desnuda, con su pubis depilado y sus pezones sobresaliendo erectos en sus grandes tetas.
La mayor de las hijas de los Riveros era la más voluptuosa. No era la más alta por poco, pero sus caderas estaban bien definidas y sus tetas eran las más grandes. La chica se acercó a Cielo Riveros y sonriendo la felicitó. La pequeña de los Riveros se levantó y abrazó a su hermana, besándola en la boca y jugando con sus lenguas, sintió el sabor al tabaco en la boca. Natalia había fumado un cigarro tras el polvo final con Abe, para quitarse el amargo sabor de la corrida. Desde donde estaba, Katherine Riveros veía la espalda de su hermana mayor y como el irritado ano empezaba a contraerse despacio. El culo era el lugar favorito de Abel, pero nunca acababa allí, prefería meterla luego en el coño o la boca, ella ya lo había comprobado varias veces desde que cumplió los dieciocho y su padre la desvirgó, como hiciera con Nati antes y como hará esta tarde con Cielo Riveros.
- ¿Lista para tu gran día? -preguntó Natalia sentándose a la mesa a desayunar como Dios la trajo al mundo y acariciando con sus pies y tras meterlos por dentro de los bajos del pantalón, las pantorrillas de su padre, sentado frente a ella.
Cielo Riveros asintió, mentía, no estaba lista, dudaba que ninguna mujer estuviera lista para ser violada, (porque era eso, una violación se decía una y otra vez desde que supo con quince años lo que la esperaría a los dieciocho) por su padre y su abuelo en una misma tarde, uno por delante y otro por detras, haciendola una mujer que pasado un mes pasaria a ser usada a placer por quien quisiera y pagara por ello.
- Bien…. - dijo Nati sonriendo y bebiendo café. - Ya verás cómo en unos meses disfrutas como la que más.
Cielo Riveros asintió. Miró el reloj de pared, las ocho, en veinte minutos saldrían de casa para irse, ella al colegio y Katherine Riveros a la universidad; Nati se arreglaría y se iría al trabajo. A sus 20 años era la secretaria de Hugo, el compañero de trabajo de su padre, uno de los clientes VIP que van a la casa.
- ¿Cuánto has ganado al final esta noche? - preguntó su padre sacando del móvil y abriendo la web que él gestiona y donde prostituye a sus dos hijas y su mujer - ¡Vaya! Nada mal… - dijo viendo los ingresos de esa noche. Todos pagaron con transferencia o Bizum - Sigues con la regla, ¿no? ¿No te han follado por delante nadie salvo Abel? ¿Cuántas veces te han dado por el culo?
Natalia sonrió ruborizada.
- Cinco… el estar con la regla ha hecho que hoy salvo Abel, que ya sabéis como es de cerdo, ninguno quisiera por delante, no ha tocado ningún otro viciosillo de la sangre.
Las mujeres de la mesa menos Cielo Riveros sonrieron, aparte de Abel, ya habían tenido a algún cliente que ha querido follar a propósito con la que tuviera el periódo.
- Han sido tres con condón, dos sin él. A Abel le hemos cobrado solo el bucal, aunque me haya penetrado por atras tambien, no se ha corrido en mi culo, así que han sido ochocientos cincuenta euros esta noche.
- Bien… Entonces… en total… te corresponden doscientos. Te hago la transferencia ahora mismo.
Natalia asintió.
- Oh, y esta noche no hagas planes,- dijo Joaquín sonriendo - tienes a otros cinco, ultimamente estas que te sales cariño; y tu Almu… tú tienes de momento tres… pero aún puede haber más.
Las dos hermanas sonrieron, Cielo Riveros notaba crecer las náuseas y el miedo en ella. Estaba ya acostumbrada a estas conversaciones, pero hoy, hoy le tocaba a ella su turno de entrar a formar parte del grupo, y en un mes, su foto con sus datos y sus medidas, pasaría a formar parte de la web de su padre y sería una más de sus putas junto a sus hermanas, su madre, su tía Sonia y su prima Belén.
- Nati… si no tienes fuerzas para ir a trabajar, hablaré con Hugo…
- Oh, no papi, tranquilo… he podido dormir un poquito entre cliente y cliente, y ahora antes de irse Abel y tragarme todo, he dormido otro poco.
Sonrió, su padre también. El hombre se levantó, haciendo a Natalia sacar los pies de sus bajos y beso en la boca una a una a las cuatro mujeres de su vida.
- Me marcho al despacho. Vamos hablando.
Todas se despidieron de él y escucharon sus pasos, era el único que podía usar calzado en casa, ellas debían de ir siempre descalzas, alejarse y salir. Cuando la puerta sonó y pasaron unos segundos, Cielo Riveros, llorando, miró a su madre.
- Mami… ¿es necesario?
La mujer, sonriendo, y tras mirar a sus otras dos hojas que sonrieron cómplices, asintió.
- Sabes que sí cielito, sabes que esto se lleva haciendo en esta familia mucho tiempo, desde que mi abuelo violase a mi madre.
Y resignada, sin decir nada más, recibiendo un beso en la boca de cada una de sus hermanas, Cielo Riveros terminó su cola-cao y subió a su dormitorio para lavarse los dientes y acabar de asearse para irse al colegio.
Cielo Riveros y Katherine Riveros salieron del piso y cogieron sus zapatos del rellano. Cielo Riveros sus mocasines del uniforme y Katherine Riveros las deportivas. En su planta no había más vecinos, y solo se subía a él con una llave, igual que para usar el ascensor o incluso acceder a la escalera de servicio. Se calzaron mientras esperaban el ascensor y guardaron silencio. Katherine Riveros miró a su hermana, que miraba al suelo con ojos tristes. La mediana de los Riveros comprendía lo que pensaba Cielo Riveros, a ella le pasó lo mismo hace poco más de un año.
En la calle, nada más salir del portal, donde saludaron a Abel, que les sonrió relamiéndose los labios, Cielo Riveros y Katherine Riveros se despidieron besándose en las mejillas. En lugares públicos, salvo que estuvieran seguras de que no las veían, había que guardar las formas.
- Venga canija -dijo la mediana de las Riveros - Sonrie, hoy te vas a hacer mujer, y nada mejor que hacerlo de mano de quienes más te quieren y mejor te conocen.
Cielo Riveros asintió sonriendo, pero con los ojos vidriosos.
- Luego te vemos al salir del cole.
Y despidiéndose, se marchó cada una por un lado, Cielo Riveros hacia su colegio, andando tardaría quince minutos, Katherine Riveros al metro, para ir a la universidad, donde estudiaba derecho.
La pequeña de los Riveros iba con la mirada perdida, sin poder evitar pensar en lo que la aguardaba esa tarde. Sabía de ese momento desde hacía ya algún año, y hasta ahora, tan cercano ya, no había sentido miedo, pero estaba aterrada. Pensar en que esa tarde iba a tener que ver a su padre sobre ella, penetrándola, notando como su polla entra dentro de su ser, como se mueve dentro… ¿Qué hará? No ha preguntado nada a sus hermanas, y sabe que seria inutil, no le dirían nada, tiene que ser sorpresa, especial, único… Y después, cuando su padre haya abandonado su interior, tendrá que ser su abuelo, el padre de su madre, quien ocupe su lugar para meter su polla en su culo, y así, hacerla una mujer. Después, y antes de cenar, su padre volvería, y de nuevo sería suya, pero ya, pudiendo elegir y usarla por delante, por detrás…
- O por arriba. - susurró aguantando un sollozo y recordando las explicaciones que venía dándole su madre desde hace tiempo de cómo era ese primer día, esa primera vez, que ella misma sufrió de manos de su propio padre y su propio abuelo cuando cumplió los dieciocho y antes padeciera la madre de ésta de su padre y abuelo, primeros en practicar esta sórdida tradición familiar de desvirgarían el día del dieciocho cumpleaños.
Era inevitable, se dijo, aunque tuviera la regla, le había dicho su madre, el día de su dieciocho cumpleaños, tocaba hacerse mujer, pero lo peor vendrá el fin de semana, pensaba la chiquilla. El viernes por la noche, llegarán del pueblo para pasar con ella el tiempo que deseen sus tíos Álvaro y Sonia y sus primos, los cuatro hijos de ambos, tres chicos y una chica, todos mayores que ella. De hecho, Belén, su prima, la pequeña de su familia del pueblo, tenía la misma edad que Natalia, llevaban apenas unas semanas, y con la cual también deberá acostarse.
Sabía que en algún momento le tocaría compartir cama con sus hermanas, y eso era algo que también se le hacía difícil, pero su prima Belén… Cielo Riveros recuerda que siempre que vienen y se acuesta con alguna de sus hermanas las oye gritar y llorar como locas y después está sin verlas varios días, y cuando vuelve a hacerlo,sus hermanas tienen aún la cara congestionada por el llanto y apenas andan, viendo siempre como sus nalgas están marcadas, laceradas, repletas de marcas carmesí y moradas tras haber sido azotadas, la práctica que más le gustaba a su prima, que no en vano es lo que ella recibe en casa.
Sus hermanas le han hablado de que a Belén, el primer día, además de su padre y el abuelo, la follaron sus tres hermanos, y que protestó tanto que la azotaron, a lo que ella respondió con orgasmos, y por eso, quiere ser azotada y azotar, encuentra así el placer, sólo que para azotarla, solo pueden los hombres de la familia y el que pague mucho.
Sin casi darse cuenta, había llegado hasta la puerta del colegio, respirando hondo, sonrió a sus compañeras según se las iba encontrando y trató de no pensar en lo que la esperaba al salir, pero no le iba a ser nada fácil.
Observando por la mirilla, Natalia se fijó en como Ana, su madre, se calzaba ante el ascensor tras salir con los tacones en la mano y despedirse de su hija Natalia con un beso en la boca. La mujer había acariciado el ano de su hija mientras se besaban para comprobar la dilatación del mismo metiendo los dedos y la chica había gemido. Al sacar la mano, notó algo de sangre.
- Date crema. - dijo sonriendo.
Natalia asintió y se quedó sola en la casa, aún le quedaba para irse a trabajar, además, Hugo iría a buscarla para ir juntos al despacho donde trabajaban, una gestoría de la que su padre era socio. La chica esperó a que su madre entrara en el ascensor y subió a la habitación para ducharse. El olor a sexo y tabaco, a pesar de haber dejado la vetana abierta pàra ventilar, era penetrante, pensó al entrar. Hizo la cama y cogió del suelo los tres condones que estaban vacíos. Una vez hubieron acabado de follarla, delante de los clientes, sonriendo, se bebió el contenido como si de un flash se tratara. Eso les encantaba a todos.
La hermana mayor se metió en la ducha y se aseó bien, lavandose el culo con gestos de dolor, Abel la tenia bien gorda, pensó, y aún hoy le dolía, pero nada como el abuelo. Parecía increíble que ese hombre a esa edad tuviera ese tamaño de polla y esa fortaleza. Recordó con un escalofrío su primera vez y como destrozó su ano. Lloró una semana cuando iba al baño a cagar, y esa tarde eso era lo que le esperaba a su hermanita. Con el tiempo ha aprendido que incluso doliendo, se goza, y por eso le encanta follar con quien sea cuantas veces sea y por donde sea.
- Bueno. - susurró para sí sonriendo y pensando en como quedará el culo de Cielo Riveros esa tarde - Cuando acaben con ella la consolaré.
Natalia le gustaba consolar a su hermana Katherine Riveros y hasta su madre cuando estas habían tenido algún cliente duro. Entraba en su habitaciòn y la besaba y lamia sus agujeros, incluso recogiendo semen si aún quedaba. Sin duda, de las tres hijas de Joaquín Riveros , era la que más gozaba con esto, tanto que en cuanto podía ella misma follaba con su padre y hasta su abuelo. Esta misma mañana ha jugado con las espinillas de su progenitor para que le quede claro que hoy en la oficina quiere sexo con él, y sabe que asi será, y que a buen seguro Hugo participe.
Salió de la ducha y se vistió con un traje de chaqueta y pantalón, sin ropa interior, por supuesto, y una camisa blanca. Descalza, sin cubrir sus pies con nada, era la única de la familia que nunca se ponía medias o calcetines, fue hasta el salón del piso de abajo a esperar a que llegase Hugo. Eran las nueve de la mañana, y entraba en una hora. No habían pasado ni cinco minutos cuando la puerta se abrió y por ella entraron su padre y Hugo sonriendo. Natalia sonrió, se levantó ya antes de que cerrasen la puerta y dijeran nada, y empezó a desnudarse mientras se dirigía hacia ellos, llegando a su altura sólo vestida con los pantalones del traje.
- ¿Aquí o donde? - dijo tras besar a Hugo mientras su padre chupaba sus tetas y desabrochaba los pantalones de la chica.
- Aquí, y deprisa- dijo Hugo separándose y desnudandose - Tenemos una reunión, ya luego podemos entretenernos más en la oficina.
Y cinco minutos después estaban los tres desnudos sobre el suelo del recibidor, Hugo tumbado de espaldas, Natalia sobre él, y Joaquin tras su hija, con su polla dentro del culo de la chiquilla que gemía excitada mientras las manos de ambos hombres recorrían su cuerpo presa del placer.
Katherine Riveros entró en el despacho del rector a las doce del mediodía tras llamar a la puerta. Desde dentro, Pedro, el rector de la universidad donde la chica estudiaba derecho, la hizo pasar. El hombre hablaba por teléfono y le hizo a Katherine Riveros un gesto con la mano, la chica, entendiendo, cerró la puerta por dentro y tras dejar sus cosas sobre una de las sillas frente a la mesa del rector, se descalzó las deportivas, se quitó los calcetines y poniéndose de rodillas, gateando como una perrita, con uno de sus calcetines en la boca, se metió bajo la mesa del hombre que ya tenía los pantalones bajados y la polla dura como una roca. Mirando el capullo sonrosado y brillante, húmedo, Katherine Riveros lo besó y pasó la lengua por él haciendo al hombre estremecer. Sonriendo, la chica cogió el calcetín de su boca y tras usarlo para meter la polla dentro, se metió luego la polla envuelta en su calcetín en la boca y empezó a chupar mientras acariciaba los peludos y sudados testículos del rector mientras éste acariciaba su cabeza con la mano libre y cerraba los ojos echando la cabeza hacia atrás a la vez que colgaba el teléfono.
- Hola Katherine Riveros,,. buenos días preciosa… hazlo despacio, anda… quiero aguantar.
Asintiendo con la boca llena, Katherine Riveros dejó de acariciar los testículos de Pedro y moviendo solo la cabeza empezó a meter y sacar la polla del hombre de su boca de forma rítmica.
La chica acudía desde que empezó a estudiar cada día al despacho del rector a satisfacer al rector.
Empezó cuando las primeras notas fueron malas. Su padre fue con ella a hablar con el rector y tras una conversación privada entre los tres, llegaron al acuerdo de que usaría gratis, solo a Katherine Riveros, siempre que quisiera si a cambio modifica sus notas cuando fueran malas. Dicho y hecho. La mediana de las Riveros tenia sexo cada día con Don Pedro usando su calcetín como preservativo, bien fuera oral, anal o vaginal. Hoy, según había entrado, mientras terminaba de hablar, Don Pedro había señalado debajo de su mesa, por lo que la muchacha sabía lo que hacer.
- Hoy es el cumple de tu hermanita. ¿No?
Katherine Riveros asintió con un gemido sin sacar la boca de la polla del hombre, que gozaba de la mamada acariciando la cabeza de su pupila.
- Bien… Bien… La que me faltaba de la familia. - dijo sonriendo, a lo que Katherine Riveros volvió a gemir asintiendo.
Don Pedro había acudido a casa alguna vez a follar a Natalia y a la madre de las muchachas, era uno de los habituales desde que Katherine Riveros empezara a practicar sexo con él a diario.
- En cuanto me avise tu padre que está en la agenda de la web… me reservaré una sesión con ella. ¿Qué crees que será mejor?
Katherine Riveros se sacó la polla de la boca y miró al rector.
- Es pronto… quizás hasta pasados un par de meses no sabremos. - dijo casi con pena por su hermanita. Y volvió a meterse la polla en la boca.
- Bueno… puedo esperar. - dino acariciando la cabeza y empujándola contra si, lo que significaba que se iba a correr, haciéndolo en dos embestidas de cadera que hicieron chocar la polla con la garganta de Katherine Riveros que gimió conteniendo las náuseas.
>> Siiii…. - dijo gimiendo mientras soltaba a Katherine Riveros y esta sacaba la polla de su boca. - Siii…
Y tras ponerse de pie, como siempre, tras correrse el rector dentro del calcetín de la chica, esta vez metido en su boca, Katherine Riveros se lo puso sin más en su pie derecho y sonriendo se agachó para besar en la boca a Don pedro, que tras mostrarse receptivo, llevó su mano a las tetas de la chica por dentro de la camiseta y pellizcó sus pezones estimulándolos para que al salir se le notaran más.
Separándose del hombre, Katherine Riveros, excitada, sonrió.
- ¿Puedo irme?
El rector asintió.
- Si. Mañana más guapísima, y me cuentas qué tal la tarde de Cielo Riveros.
Asintiendo, poniéndose el otro calcetín y las deportivas, Katherine Riveros cogió sus cosas y salió, excitada, con los pezones marcados de forma notoria, dispuesta a follarse a cualquier chico que hubiera en el campus y pagase por ello la cuota pertinente.
Ana trabajaba como recepcionista en el despacho de abogados de su padre desde que tenía veinte años.
Allí, al igual que Cielo Riveros en su trabajo o Katherine en la universidad, también tenía sus labores extrafamiliares, y en ese momento de la mañana, estaba siendo follada sobre la mesa de su despacho por el socio de su padre, un tipo de casi setenta años en plena forma y que gracias a la viagra lograba tener una erección considerable que le hacía aguantar casi una hora follando el coño de la madre de las tres hermanas Riveros .
Desnuda sobre la mesa, Ana notaba la boca de Victor succionar sus pechos poniendo sus pezones duros como piedras. El hombre, desnudo sobre ella, sonreía cuando se levantaba y movía sus caderas golpeando la entrepierna de la mujer salvajemente, como hacía desde que entrara allí a trabajar. Ana alargó los brazos y acarició el pecho del hombre, fuerte de gimnasio diario desde hace más de treinta años, con el vello blanco, y sonrió tras rozar sus pezones, excitándole más.
- Eres toda una putita profesional… como sabes lo que me gusta.
- Son muchos años VIctor - dijo sonriendo y gimiendo Ana, disfrutando del polvo de su jefe.
La madre de las Riveros gozaba del sexo, era como su hija Natalia, una puta de verdad, y era feliz haciendo lo que hacia, y era así desde hacia mucho, desde que empezar a prostituirse y conoció marido, que habia empezado a trabajar con su padre, allí en el despacho, y enseguida empezó a ir a su casa como cliente habitual varias noches enteras follandola durante toda la noche por todas partes. Cuando cumplió los diecinueve, le pidió matrimonio, se casaron, y con veinte años, nació Natalia, y luego, una por año, hasta que tras Cielo Riveros, se ligó las trompas, le encantaba el sexo sin condón, y estaba harta de tener que usarlo si no follaba con Joaquín, por eso, ahora, Victor, descargaba un torrente espeso y blancuzco dentro de ella entre gemidos de placer y sonrisas complices.
- ¿Y ahora…? - dijo relajándose sobre ella Víctor mientras a medida que se .
encogía dejaba la polla salir sola del coño encharcado.
- Ahora…a esperar a que papá acabe la reunión y a su despacho.
Sonriendo, Victor acarició las tetas de Ana y mordió sus pezones, haciéndola gemir sonriendo.
- Lastima que yo tenga ahora una reunión también, si no, me sumaba.
Ana sonrió, miró a Victor y le beso en la boca, saboreando el cigarro habano que el hombre se había fumado antes de entrar ella.
- Eres increible… Siempre has sido mi favorito después de Joaquín y papá.
Y dejándose caer por entre el hombre y la mesa, notando la corrida escurrir por sus muslos, agarró la polla del socio de su padre, y tras meterla en la boca, empezó a mamarla.
Tras descalzarse sus botines y dejar dentro los calcetines ejecutivos que llevaba, Mikaela abrió la casa de los Riveros con su propia llave, que tenía desde hacía cuatro años, cuando empezó a trabajar limpiando la casa con dieciocho, y dejando fuera su calzado, como era costumbre en todas las casas de la familia, entró.
Mikaela era hija bastarda de Alberto, el abuelo de la familia
La madre de Mikaela, Valeria, llegó a Madrid cuando sólo tenía dos años de la mano de su madre, Alexandra, huyendo de las mafias rusas y un marido que la maltrataba.
Alexandra, que tenía veintisiete años, y la niña, vagaron por la ciudad pidiendo limosna hasta que un día de diciembre cercano a la Navidad, mientras pedía aterida de frío y harapienta, con sus pies descalzos sucios y encogidos saliendo de una falda mugrienta y rota, con la pequeña Valeria en brazos, se le acercó un hombre de buen ver, alto, fuerte, bien vestido, y la dijo que si quería un hogar, el se lo podía proporcionar a cambio de quedarse de interna trabajando. La joven, con los ojos llenos de lágrimas, agradeció la compasión de esa persona que no era otra que Alberto, el abuelo de Cielo Riveros.
Cuando llegaron a la casa, una elegante vivienda de dos plantas en un piso del barrio de Salamanca, muy similar a la que tiene ahora Joaquin, la mujer de Alberto, Lorena, atendió a las recién llegadas proporcionándoles un baño caliente, ropa limpia, y comida. Les presentaron a sus dos hijas, Sonia, la mayor, de nueve, y Ana, la pequeña, de dos, como Valeria. Las dos niñas congeniaron enseguida y se hicieron muy amigas, a los pocos días, Valeria ya chapurreaba español perfectamente.
Esos primeros días, en los que Alexandra se recuperaba de la malnutrición y una pulmonía que había cogido los últimos días mendigando, comprobó que Ana y sus hijas iban siempre descalzas por casa. Entonces recordó cómo al llegar, en el descansillo del edificio, había visto varios pares de zapatos de mujer, pero no de hombre, y se fijó en que Alberto, si iba calzado por casa. No le dio importancia, ni siquiera cuando le dijeron que ella debería ir descalza. Había vivido meses descalza mendigando.
Alexandra tardó un par de días en empezar a trabajar, tras recuperarse del todo de la desnutrición y el frío, el día que iba a empezar, por la mañana temprano, se sentó con sus dos caseros y estos le contaron lo que se esperaba de ella y cómo debía trabajar. Asustada por lo que le decían y pedían, le dijeron que, si no aceptaba, la volverían a dejar en la calle e incluso llamarían a inmigración y volvería a Rusia. Sin más remedió, aceptó.
Y así empezó a trabajar limpiando y cocinando, sin más ropa que un delantal. Cuando bajaba a la compra, se vestía con cualquier cosa que tuviera, pero siempre sin ropa interior, y antes de entrar a casa, debía descalzarse y dejar su calzado en el rellano. Aquella rara y difícil situación se le hizo normal a los meses, y cuando Alberto la llamó una tarde a su despacho y le dijo que quería follarla, estando Lorena delante, Alexandra simplemente se quitó el delantal y se abrió de piernas para él.
Así, los años fueron pasando. Valeria y Ana se hicieron grandes amigas, iban juntas al mismo colegio, y eran uña y carne.
Cuando Sonia iba a cumplir los dieciocho, y tras ser de nuevo follada por Alberto, en esa ocasión en la cama, Alexandra se enteró de la tradición familiar de desvirgar a las hijas en la mayoría de edad, vaginal y analmente, advirtiendo que cuando Valeria, que era una hija más, pues la habían adoptado legalmente, los cumpliera, también pasarían por ese trámite. Alexandra, que ya disfrutaba de su nueva vida, en la cual no le faltaba de nada, y que disfrutaba del sexo incluso con la propia Lorena, dijo que no habría problema, y se preparó para cuando llegara el momento ir hablándolo con su hija, aunque Alberto se aseguró que de eso, como con Sonia y como pasará con Ana, se encargaría Lorena, al igual que con ella, se encargó en su día su madre.
Así pues, cuando poco después de que Ana cumpliera los dieciocho los cumplió Valeria, Alberto, desvirgó a Valeria, dejándola embarazada al momento. En aquella ocasión fue Pedro, el abuelo de Ana, quien folló el ano de las dos niñas ya adultas. Hoy día, Pedro, que enviudó hace años, apenas puede moverse, va casi siempre en silla de ruedas y vive en el pueblo, cuidado por sus nietos y bisnietos, pero recibiendo aún satisfecho alguna mamada que otra por parte de las mujeres de la casa y Valeria, que vive allí con ellos mientras Alexandra, aún está al servicio de Alberto y Lorena, viviendo allí junto a su nieta, Mikaela, a la sazón hija de Alberto.
Tras entrar en el cuarto anexo a la cocina, donde se cambiaba, MIkaela salió únicamente con el delantal puesto y con la fregona en el cubo con el agua llena mezclada con lejía, bolsas de basura bajo el brazo, y un plumero en la otra mano, subió las escaleras para empezar a hacer las habitaciones, empezando como le habían pedido por whatsapp por al de Natalia, que hoy había tenido sesión larga esa noche. Efectivamente, a pesar de la ventana abierta, el olor a sexo impregnaba la estancia y eso excitó levemente a la chica que empezó a buscar por la habitación hasta encontrar en la papelera lo que queria, los condones que habian usado con Natalia. Los sacó y decepcionada, pero no sorprendida, los encontró vacíos. Pocas veces se encontraba un condón en esa estancia lleno, y aunque no sabía que hacía Natalia con ellos lo suponía. De haber entrado en la habitación de Katherine Riveros, los habría encontrado llenos y tirados en el suelo o sobre la cama, y habría usado su contenido para metérselo por el culo o el coño, algo que hacía siempre que tenía ocasión, incluso con los que usaban con ella, cuando acababan de follarla, delante del cliente, que miraba atónito, se metía dentro de sus agujeros íntimos el contenido blancuzco y espeso del profiláctico. Mikaela no estaba en la web de Joaquín, iba por libre, Alberto lo había decidido así, la chica era su ojito derecho, y era él quien se encargaba de sus citas, todo por teléfono, desde páginas de contactos y foros, llevándose la mitad de lo que ganaba.
Resignada, pues no pudo hoy usar los condones como le gustaba, hizo un nudo a la bolsa de basura y empezó a limpiar la habitación pensando que hoy, aun, su cuerpo no había probado el semen de nadie, pues Alberto se estaba reservando para esa noche llenarle el culo a Cielo Riveros, y eso, le fastidiaba.
Cielo Riveros apenas se concentraba hoy en clase, y eso era algo inusual en ella, incluso su profesor de matemáticas se lo dijo, cuando erró en los ejercicios al salir a la pizarra.
- Lo siento. - murmuró alicaída y con la cabeza gacha. - No he dormido bien.
Y volvió a su pupitre siendo observada por todos, pues era la chica más aplicada e inteligente de la clase, nunca bajaba de un nueve en cualquier asignatura.
La tónica fue igual en el resto de clases, y a la hora del recreo fue llamada al despacho del director. Cielo Riveros, que nunca había estado allí,entró tras llamar a la puerta y dejarla pasar. Dentro, estaban sus tres profesores de la mañana con el director, el de Lengua, el de Matemáticas y el de Química.
- Señorita Riveros … me comentan sus profesores que hoy está inusualmente distraída. - dijo el director tras dejar sentar a la chiquilla entre ellos - ¿Sucede algo?
- Tan solo que he dormido poco. - dijo mirando al suelo, a sus mocasines negros.
El director asintió, mirando en el ordenador la ficha escolar de la niña cuando su rostro se iluminó.
- ¡Vaya!... Creo que ya se lo que le pasa. - dijo sonriendo y mirándola fijamente mientras se pasaba la lengua por los labios. - Estás nerviosita porque hoy es el gran día, hoy cumples dieciocho. - y miró a los profesores que miraron con los ojos abiertos a Cielo Riveros que, aterrada, miró con los ojos vidriosos a su director y a sus profesores que de pronto sonreían con sádica lujuria.
Natalia y Katherine Riveros nunca habían sido buenas estudiantes, aprobaban siempre raspando, con notas bajas, y en septiembre.
Su último año iba a ser catastrófico, no podrían examinarse para ir a la universidad, pero sucedió algo que cambió su destino.
Un día de finales de febrero, después de que Natalia ya hubiera cumplido dieciocho y pasara a ser ya la primera de las hijas en engrosar las filas de la web de contactos, llegó a la casa de los Riveros Javier, el profesor de Química.
Cuando Ana abrió la puerta desnuda, Javier, que la conocía de las entrevistas con los padres, se quedó de piedra. Ana, que también le reconoció, ni se inmutó. Estaba acostumbrada, era increíble la cantidad de gente que conocía que usaba esos servicios.
La cara del profesor y su incredulidad fue en aumento cuando conoció a su cita. Ver a Natalia desnuda sobre la cama, con las piernas dobladas y abiertas le excitó sobremanera. Siempre había fantaseado con follarse a alguna de sus alumnas, pero con el uniforme del colegio puesto, así que cuando se quedó a solas con ella, le pidió eso, que se pusiera el uniforme. Natalia, sonriendo, avergonzada, con miedo aun, llevaba solo poco mas de un mes follan do con desconocidos, a eptó, y su profesor la folló desde atrás con el uniforme puesto, y así hace cada vez que va, incluso hoy día, con ella y con Katherine Riveros, a la que también visitó en cuanto cumplió los dieciocho y enterarse de lo que sucedía en esa casa, hecho que compartió con el director, el cual sabia que no diría nada, y con todos los profesores del centro que sabía estarían callados.
Desde ese día, fueron varios los profesores que usaron a Natalia, y un año después también a Katherine Riveros, pero con la condición de ir cuando no estuvieran las hermanas pequeñas, al principio con Natalia solo, y después, ya con Katherine Riveros, que no estuviera Cielo Riveros, para que no supieran que sucedía.
Así pues, desde que Javier, su profesor, la usara la primera vez y después pasaran por entre sus piernas y su culo varios más, Natalia supo que podía usar su cuerpo para subir nota, y eso hizo, saciar a sus profesores de su lujuria en el propio colegio, su coche, el baño de un bar en el que quedaban, donde fuera, de forma gratuita, a cambio de aprobados, y como buena hermana, se lo contó a cuando esta empezó a suspender, y es algo que la chica sigue haciendo hoy día en la universidad, a donde Natalia rechazó ir para trabajar con su padre en su despacho, algo a lo que nadie se opuso.
Aquella mañana, los tres profesores de Cielo Riveros, esperaban que la niña empezara a suspender para poder sacar de ella el mismo provecho que de sus hermanas, y si no pasaba,.,. bueno, pues pagarían por ella, como ya habían hecho con Natalia y Katherine Riveros, y pagaron a gusto.
Le temblaban las piernas mientras volvía a su clase.
Cielo Riveros había descubierto que en el colegio también sabían el secreto de su familia, y que llevaban haciéndolo desde que Natalia empezó a prostituirse. La confesión hecha por el director y los profesores le había dejado tan aturdida que cuando le dijeron que podía irse no reaccionó hasta que la tocaron el hombro y dió un bote asustada.
- En un mes veremos si eres mejor que tus hermanas. - dijo sonriendo el director al despedirse de ella - Y si sigues fallando en clase… siempre puedes subir nota como hicieron ellas.
Casi sin darle tiempo, recordando esa frase y las miradas de sus profesores, Cielo Riveros corrió a los lavabos y entrando en una de las cabinas se arrodilló para vomitar mientras sollozaba sin poder creer todo lo que la pasaba y la iba a pasar desde hoy.
Los despachos de Joaquín y Hugo estaban juntos.
Cada uno tenía su propia secretaria. La de Joaquín era una mujer a punto de jubilarse que llevaba con ellos desde que fundaron la gestoría hace quince años. En cuanto eso sucediera, Natalia, que ahora era la de Hugo, sería la única secretaria. De hecho, más que nada por la obvia razón de que se los follaba a ambos, desde que entró a trabajar allí después de graduarse en el colegio, con apenas dieciocho, Natalia er quien llevaba el grueso del trabajo y la que asistía a las reuniones que los dos socios tenían bien a solas bien con otras personas.
La gestoría era una empresa pequeña, de solo diez empleados. Nada que ver con el despacho de abogados de Alberto y Victor, una planta entera de un edificio de oficinas de la Castellana y que contaba con casi cien empleados.
Sería la una cuando Hugo salió de su despacho, fijándose en como Natalia jugaba a frotar sus pies descalzos bajo la mesa, con los zapatos de tacón tirados a un lado. Sonrió, al chica andaba descalza siempre que quería por toda la oficina, paseando así sin problema sin que nadie se atreviera a decir nada, era la hija del dueño. El gestor recuerda que Ana, la madre de Natalia, tiene una costumbre similar en el despacho de abogados de Alberto, y al igual que ahí, nadie se atreve a decirle nada la hija del jefe. A Hugo le gustaba esa fijación de las mujeres Riveros de ir descalzas. Sabía que en las casas era obligación, pero también sabía que a madre y primogénita, les gustaba lucir sus pies a todas horas y donde fuera.
- Su padre y yo tenemos una comida. Nos vamos.
- ¿Necesitan algo? - dijo sonriendo Natalia y guiña dolé un ojo mientras se pasaba la lengua por los labios.
Hugo negó sonriendo.
- Puede irse a casa… No. Creo que hoy había quedado con su hermana en ir a por la pequeña al colegio. Era su cumpleaños, ¿no?
Natalia asintió siguiendo el juego a Hugo. En el coche, mientras venían de casa, con el grumo de las dos corridas de su padre y Hugo aun en su boca, después de recogerlos con la mano del coño y culo, su padre y su socio, habían hablado de que hoy era el gran día de Cielo Riveros, y Hugo, ya le había dicho a Joaquín que deseaba probar a la pequeña de la familia cuanto antes.
- Si… iremos a comer algo juntas y luego a casa. Hoy tiene fiesta con la familia. Vienen los abuelos.
Hugo sonrió, estaba al tanto de lo que pasaría esa tarde, y eso le excitaba. Sonriendo a natalia, fue al despacho de Joaquin y pocos minutos después, ambos salieron tras despedirse de las secretarías. Una vez se fueron, Natalia, tras ir y volver del baño luciendo sus pies descalzos por todo el enmoquetado piso, apagó el ordenador, se calzço sus tacones, se puso el abrigo y despidiéndose de la secretaría de su padre, se marchó para ir en busca de Katherine Riveros y recoger juntas a Cielo Riveros.
Viendo a su hija Ana salir de su despacho contoneándose y casi arrastrando los pies descalzos cubierto por las sedosas medias, Alberto tuvo que hacer grandes esfuerzos para no follarla o llenar esos pies de su corrida después de una buena paja con ellos, pero debía guardar todo lo que tenía en sus testículos para su nieta Cielo Riveros.
Junto a él, Victor, que de buena gana hubiera hecho algo con Ana, pero que tras su encuentro de primera hora se veía incapaz, también se relamió.
- ¿Cuándo podré catar a Cielo Riveros? - dijo sin rodeos el socio de Alberto.
Sonriendo, el abogado miró a su socio mientras servía dos copas de vino tras ir a un mueble bar del fondo del despacho.
- No eres nuevo en esto Vic, ya sabes, un mes con la familia para acostumbrarla y amoldar agujeros y luego ya, vía libre, pides cita y…
- Ya, ya, ya… pero es que, de tus tres nietas, es la que más me ha gustado siempre. Ya siendo una chiquilla de quince me hacía pajas pensando en ella, o cuando follaba a Ana le ponía su cara.
Alberto sonrió. Victor era un pervertido de primera.
- Te propongo una cosa. En cuanto se abra la agenda, seras el primero, antes que ninguno, aquí, en las oficinas, la mañana en la que empiece a ser usada, la pasará aquí contigo para que hagas lo que desees pagando la cuota correspondiente.
- ¿Y si es entre semana? - dijo excitado y notando como la polla se le ponía dura - ¿Qué pasa con el colegio?
- Hoy es 26, será el 27 de abril. - Sacando un calendario, comprobaron que era lunes.
- Lunes. - dijo Victor con fastidio.
- Dejame eso, yo hablo con Joaquin. ¿Quién no ha hecho pellas con dieciocho?
>> Es más, como es día de cole… - dijo lascivo Alberto - ¿Qué te parece si viene con el uniforme?
Victor se relamió, notando su polla crecer.
- Siiii… seria precioso.
Y mirando como se abultaba el pantalón de su socio, Alberto sonrió y cogió el teléfono de su mesa llamando a recepción.
- Ana, cariño… ven por aqui, Victor te necesita.
Y los dos socios sonrieron.
A la una y media de la tarde, notando aún su pie pringoso dentro del calcetín que había usado para mamarle la boca al rector, Katherine Riveros esperaba a Natalia en la boca del metro cercana al colegio donde habían ido antes ellas y a donde iba Cielo Riveros ahora.
Saciada sexualmente, pues había podido follar con dos chicos del campus tras dejar el despacho de Pedro, la chica sonreía pícara pensando en lo que llevaba en la mochila.
A unos metros, vió como su hermana Natalia llegaba, sobresaliendo gracias a los zapatos de tacón que llevaba, la mayor de las Riveros era así más alta que Katherine Riveros. Cuando estuvieron juntas, se besaron en las mejillas, disimular, siempre disimular con gente, les decían en casa, y entraron en la cafetería que había tras ellas a hacer tiempo, pidieron dos cervezas y dos sandwiches y se sentaron en una mesa, al momento, Natalia se descalzó sonriendo y apoyó sus pies sobre los de su hermana, que seguía calzada.
- Bueno. Papá está en una reunión con Hugo, irá directo a casa cuando ya este lista la canija.
Katherine Riveros hizo una leve mueca.
- Pobrecita. Está más asustada de lo que estábamos tu y yo.
Trajeron las bebidas y los sandwiches, Natalia mordió el suyo, bebió de su cerveza y miró a su hermana.
- Tu no sabes como estaba yo. Que ahora vaya buscando la pollas de papá, Hugo o hasta el abuelo como una loca no quiere decir que no lo pasara mal.
- Ya… perdona. - dijo Katherine Riveros - AL principio es terrible, pero con el tiempo…
- Y a ella le pasará igual, seguro que es más puta que yo.
Katherine Riveros sonrió.
- Eso lo dudo.
Las dos se rieron, comieron y bebieron un poco y cuando tuvo la boca vacia, Natalia siguió hablando, tras acabar su sandwich.
- ¿Has estado con tú rector?
Katherine Riveros asintió.
- ¿Y qué tal tu pie, húmedo aún? - dijo Natalia presionando con sus puntas del pie encima de los pies de Katherine Riveros, que sonrió
- Y pringoso - dijo sonriendo Katherine Riveros.- ¿Quieres lamerlo?
Natalia se excitó.
- No me tientes… - y relajó sus pies.
>> ¿Por donde te ha metido hoy su polla con tu calcetín?
- Boca. - dijo su hermana con un deje de decepción.
Natalia chasqueó la lengua tras terminar su cerveza.
- Así que tu coño y tu culo están hambrientos.
Katherine Riveros sonrió.
- No. Me he tirado a dos tíos de cuarto en los lavabos.
Natalia sonrió y miró a su hermana picara.
- No habrás…
Sonriendo a su hermana y guiñandole un ojo, Katherine Riveros abrió su mochila y sacó una bolsita de plástico pequeña, de las que dan en las farmacias para llevar los medicamentos y donde ella había guardado una caja de condones hacía una semana y la agitó. Dentro se podían adivinar los dos dos condones que había usado Katherine Riveros hoy, anudados, y con su contenido aun dentro.
- Todo para ti, hermanita.Para que no digas que no pienso en mi hermana mayor.
Y salivando, relamiendose, Natalia alargó la mano y los cogió.
- Ya te iba a decir de ir al baño para lamerte el pie.
>> Voy al baño con eso, paga y nos vamos a por Cielo Riveros en cuanto salga.
- ¿Los vas a beber?
- Si, ya me han llenado hoy el coño Abel y Hugo, y papá el culo, además, acabo de cambiarme el tampón.
- Eres una jodida viciosa.
Natalia sonrió con los ojos brillantes de deseo.
- Qué quieres que le haga, me encanta el semen. ¿A ti no?
- Prefiero la cerveza. - y sonriendo se acabó su caña y se levantó para pagar mientras con la bolsa en la mano, sonriendo, dejando sus tacones bajo la mesa, siendo observada por los demás clientes del café, Natalia entraba descalza en el lavabo de chicas para tragarse las corridas de los dos tios que se habían follado a su hermana y que aún rezumaba en el interior de los condones.
Al mismo tiempo que Natalia saboreaba el semen de dos chicos de cuarto curso de derecho en el baño de la cafetería, Ana llegaba a su casa y dejaba sus tacones en el descansillo sintiendo el mármol del suelo en sus plantas desnudas. La mujer se había quitado las medias después de que Victor se hubiera corrido en ellas y tras haber lamido de sus pies la corrida del socio de su padre, que como siempre, se quedó con ellas cuando se las quitó.
A la una, había pedido permiso para irse, su padre y Victor, sabiendo que debía ir preparando todo para el gran día de Cielo Riveros, le dieron permiso y la mujer volvió a casa en taxi en lugar de en metro.
Entró en casa y escuchó a Mikaela tararear, como siempre, canciones de Julio Iglesias, el cantante favorito de Alberto. MIrándola desde el quicio de la puerta, Ana sonrió al ver a su medio hermana fregar el suelo fijándose en que los pelos de la fregona rozaban los pies descalzos de la chica en varias ocasiones sin importarle.
Pasándose la lengua por los labios, vió el culo de la chica y como se adivinaban desde atrás los pelos del coño. Mikaela no se volvió a depilar desde el gran día, no quiso, y Alberto, que la daba todos los caprichos, accedió. La verdad, a Ana le gustaba eso, alguna vez que le había comido el coño a la muchacha había gozado con el cosquilleo del pubis de vello rubio en su rostro. Sintiéndose excitada al recordarlo, miró la hora y pensó que tenían tiempo, además, se fijó, y olió, que la comida estaba en marcha en el fuego, ya que de la olla expres salía aroma a cocido.
Excitada, Ana se desnudó dejando su ropa tirada en el suelo y, sin meter ruido, las ventajas de ir siempre descalzas eran clave para estas cosas, se dijo sonriendo Ana, se acercó a Mikaela y antes de que la chica se diera cuenta, Ana metió su mano en su coño desde atrás mientras la lamia la nuca y la susurraba al oido.
- Suelta esa fregona y subamos a mi cuarto si no quieres que te meta el palo por el culo. - sabiendo que esa sensación, que ella y sus dos hijas conocían, le gustaría a la rusa, como la llamaban en casa.
Cerrando los ojos, MIkaela, agarró desde alante la mano de Ana y la metió más adentro de su coño mientras con la otra se desataba el delantal y se lo quitaba, lo que fue aprovechado por Ana para empezar a sobar las tetas de la joven pellizcando los pezones que ya estaban erectos.
- No perdamos tiempo innecesario - gimió Mikaela - Quítate la ropa y follemos aquí.
Y liberándose de las manos de su hermana, se giró, sonriendo excitada al ver que Ana estaba ya desnuda.
- Entonces. - dijo Ana tras besar apasionadamente a su hermana en la boca mientras las manos de ambas se meten en el coño de la otra - ¿Te meto el palo de la fregona por el culo o no?
Sonriendo al separarse, MIkaela pisó el mocho de la fregona notando como chorreaba bajo su pie descalzo y lo desenroscó; a continuación le dió el palo a su hermana y poniéndose en el suelo recién fregado a cuatro patas, se relamió.
- Un extremo cada una y a ver hasta donde nos entra.
Y notando como segregaba placer solo de pensarlo, Ana, sonriendo, se agachó a cuatro patas a espaldas de Mikaela y se metió el palo en el culo despacio mientras su hermana hacía lo mismo con el otro extremo, gimiendo ambas, llegando casi a gritar cuando no entraba más a la vez que con sus manos se masturbaban mientras se movían rítmicamente para sacarse y meterse el palo en el culo presas del placer, gimiendo como perras en celo, mientras la olla empezaba a pitar avisando que el cocido estaba listo.
- He visto que has pedido cita hoy con Katherine Riveros. - dijo Joaquin a Hugo mientras bebían un vino con una ración de jamón Joselito en un restaurante cercano a la oficina.
- Si, espero que Nati no se moleste. - dijo sonriendo - Tu hija mator es muy celosa con quien cree que es de su pertenencia.
- Si, es muy caprichosa, le molesta hasta que su madre y yo follemos.
Los dos rieron. A su alrededor no había nadie, pero aun así, el tono de la conversación no era muy alto.
- ¿Querrás catar a Cielo Riveros?
- Eso no se pregunta Joaquín, en cuanto pueda, ya lo sabes. Y si esta semana santa vienen Sonia y Belén, también.
- No, esta semana santa vamos al pueblo nosotros. De hecho, mañana en cuanto Cielo Riveros vuelva del colegio, nos iremos todos.
- Si, les bloquee a las tres la agenda, estoy seguro que mi cuñado les tiene algún cliente listo en el pueblo o por la zona.
Hugo sonrió asintiendo.
- Una pena, me hubiera gustado volver a estar con Belén.
- Ven al pueblo.
- Lo pensaré. - dijo sonriendo.
Brindaron y, mientras bebían, el teléfono de Joaquin sonó, era su suegro.
- Alberto… ¿dime? ¿Todo bien? Recuerda que te esperamos en casa esta tarde,tendrás que venir a tope. Yo ya he descargado hoy en Natalia, pero tengo todavía más para la pequeña de la casa.
Hugo sonrió mientras escuchaba.
- Si, si,si… todo perfecto. Ana ya se ha ido a casa, acaba de dejarnos a Victor y a mí solos en el despacho de él.
- ¿Habéis jugado? - preguntó Joaquin sonriendo y excitado.
- Sólo Victor. Yo me estoy guardando para llenar a tu hija esta noche. Llevo tres días sin follar. Tengo a Mikaela como loca masturbandose con cualquier cosa que pilla por casa.
Joaquin rió.
- Supongo que Victor lo habrá pasado en grande entonces.
Y se escuchó la voz del veterano socio hablar.
- Esta mañana temprano en el despacho la he dejado bien llena y antes de irse me ha hecho una paja con los pies,
- En eso ella es la mejor, tengo que reconocerlo - dijo Joaquin excitado y viendo como Hugo, que a su lado podía escuchar la conversación, se acariciaba el abultado bulto de su entrepierna por encima del traje - Nadie pajea con los pies como ella. - ¿Necesitas algo?
- Una promesa. Victor quiere ser el primero con Cielo Riveros. Pero el primero a primera hora.
- Bien… - sonrió Joaquín - Sin problema.
- Es un martes. Tiene colegio.
- Hablaré con sus profesores.
- Bien… - dijo Alberto - Pero que venga al despacho con el uniforme del colegio.
- Un pervertido de las colegialas. - dijo sonriendo Hugo, y de repente sintió la necesidad de que Katherine Riveros hoy le atendiera así.
- Te pagaré dos mil euros por tenerla todo el día, - escuchó decir a Victor sin inmutarse - desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, eso sí, solo para mí, sin nadie más. Te prometo que me limitaré a follarla y tocarla, no la pondré la mano encima, se que para eso debéis estar presentes tu o Ana. Piensalo, Es mucho más que una noche entera con uno solo.
Si, se dijo Joaquin, si un cliente quería la noche entera debía pagar mil euros, y aunque había habido noches que Natalia y Katherine Riveros habían ganado mucho más, para ser el primer día de Cielo Riveros, no estaría nada mal, y su pequeña se embolsará 460 euros a la primera.
- No habrá ningún problema, Victor. - dijo sabiendo que Alberto tendría el altavoz puesto. -Este día queda entero reservado para ti.
- Magnífico. - se oyó decir a Victor.
>> Gracias.
Y colgó.
Natalia y Katherine Riveros miraban divertidas como salían todos los alumnos del colegio.
La mayor de los Riveros recuerda como en las últimas semanas de curso llegó a follarse a algún compañero de curso en las duchas del gimnasio al salir de clase y como se follaba a sus profesores en las aulas cuando quedaba vacío todo el centro.
Katherine Riveros nunca folló con más alumnos, pero sí experimentó la sensación de follar sobre su pupitre con sus profesores.
- ¿No echas de menos el colegio? - preguntó Natalia.
- No, y menos los últimos meses. Aun me asqueaba follar así porque sí, por dinero o para subir nota, y aguantar a los profesores encima o detrás me repugnaba.
- O sea, que soy la más puta con diferencia.
- ¿En qué momento empezaste a gozar de veras, Nati?
- Creo que en el fondo desde el principio, desde que el abuelo me desgarró el culo.
>> ¿Tú?
- Creo que al empezar la universidad, suiza en el verano, en el pueblo, con los primos.
- ¿También con Belén?
Katherine Riveros sintió un escalofrío, miró a su hermana que la sonreía mientras terminaba un cigarro y lo tiraba al suelo aplastandolo con la punta del zapato.
- Con Belén solo gozais tú y a lo mejor mamá. Tengo pánico a esta semana santa.
- Yo la espero con los brazos abiertos.
Ambas hermanas miraron a la vez a la puerta y vieron Cielo Riveros salir acompañada del director y tres profesores más, las dos hermanas los reconocieron, habían follado con todos, de hecho siguen haciéndolo. Sonrientes se acercaron a ellos.
- Hola chicas. - dijo Fernando, el director, que cogía a Cielo Riveros del hombro sonriendo - ¿Que tal? - y las besó en la mejilla, había que disimular.
Se saludaron todos y las dos hermanas dieron también dos besos a Cielo Riveros, que asustada, temblando, con un nudo en estómago, no sabía qué decir.
- Hora de irse a casa - dijo Katherine Riveros sonriendo. - Allí comeremos y celebraremos tu cumpleaños. - había más alumnos cerca, asi que no convenía decir nada raro.
- Bueno Cielo Riveros. - dijeron sus profesores - Felicidades y hasta mañana.
Y uno a uno la dieron dos besos deseando que llegase ya el día que pudieran comprobar cómo era la niña de fogosa y si mejoraba a sus dos hermanas.
- ¿Tienen algo que hacer? - dijo Natalia mirando a los cuatro hombres.
- Lamentablemente yo tengo que irme.- Dijo Javier. - Pero otro día ven a buscar a tu hermana antes, o ven a verme en una de mis horas de tutoría, siguen siendo los martes de doce a dos. - y dando dos besos a cada una de las tres hermanas se fue.
- Bueno. - sonrió Natalia.- ¿Y el resto?
Katherine Riveros miró a su hermana resignada mientras los otros tres hombres sonreían asintiendo.
- ¿En serio?
La mayor de las Riveros la guió un ojo sonriendo.
- Durante el día, si no nos lo busca papá, somos libres de hacer lo que queramos, cobrando o no, y si cobramos, es nuestro. - Su padre solo sacaba beneficio de lo que él gestionaba por la web; si alguna de las mujeres de su web sacaba algo por su cuenta sin que hubiera pasado por él, era íntegro para ellas.
- ¿O tú lo has hecho gratis con esos dos chicos del campus? - terminó diciendo la mayor de las hermanas.
Katherine Riveros no dijo nada. Se había llevado 400 euros por follarse a los dos chicos con condón, uno había pagado en efectivo y el otro por bizum.
- Tienes que estar a las ocho en casa, que será más o menos cuando el abuelo haya acabado con Cielo Riveros.
Todos los presentes, profesores incluidos, sonrieron, menos Cielo Riveros, que con la mirada gacha suspiró aguantando un sollozo.
- Venga Cielo Riveros, vámonos.
Y las dos pequeñas de los Riveros se fueron mientras Natalia se quedaba con sus profesores.
- Bien… ¿Dónde lo hacemos?
- En mi despacho - dijo el director - Allí nadie nos molestará.
- Una advertencia, estoy con el tomate, asi que si tenéis reparos, nada de por delante.
- Yo no. - dijo sonriendo Fernando. - Así que elijo coño.
- Pues si os atreveis… se una forma de poder hacerlo los tres a la vez.
Y los tres hombres se relamieron excitados mientras Natalia, sabiendo lo que le ponían sus pies a Fernando, se descalzó, y con los tacones en la mano, fue entrando en el colegio seguido de sus tres antiguos profesores para follarse a los tres a la vez.
Lorena llevaba cinco años que solo follaba con Alberto y Alexandra o con quien ella quisiera, sin dar explicaciones a su marido, sin cobrar si no lo deseaba y si lo hacía, quedándose el dinero para ella pero eso si, sin ocultárselo a su marido cono el cual procuraba hacerlo siempre que fuera posible.
Esa mañana, sabiendo que Alberto se guardaba para esa tarde rellenar el culo de Cielo Riveros y no podría follarla, Lorena había follado con un repartidor de Amazon que había ido a casa a dejar un paquete. La mujer, sabiendo que subía, la había recibido desnuda. El repartidor, un sudamericano de poco más de veinte años, alto y fuerte, carne de gimnasio, pensó, tragó saliva al verla.
- Si no vas con prisa, te dejo pasar.- le dijo sonriendo y acariciando su raja del coño, que seguía depilándose minuciosamente cada semana.
El chico, no lo dudó, y casi sin terminar de entrar en el piso, Lorena empezó a desnudarle y a hacerle una mamada gozando ella al notar su boca llena de polla, pues estaba muy bien dotado, hasta que la tuvo a punto y, tras tumbarse boca arriba en el suelo abriéndose de piernas, le dejó elegir.
- ¿Coño o culo, chaval?
Y poco después notaba como el chico llenaba su coño de carne dura y se venía llenándola con una densa y contundente corrida mientras gemía de placer sobre ella lamiendo y chupando sus tetas, empapando de babas sus pezones, jadeando como si fuera su primera vez.
Aquel día donde su nieta pequeña se haría ya toda una mujer, acompañada de su marido, cruzó la puerta de la casa de su hija tras descalzarse en el rellano dejando sus tacones Manolo Blahnik junto al resto del calzado femino y sonrió al entrar y ver a su hija desnuda junto a Mikaela lamerse una a otra el coño y el ano tiradas en el suelo entre la cocina y el recibidor con un palo de escoba junto a ambas.
- ¿Disfrutando sin mí, niñas malas?
Y sonriendo, y notando a Alberto sonreír también junto a ella, metió su pie dentro del coño de Ana, que estaba arriba y escuchó a su hija gemir mientras Mikaela lamía la parte del pie que estaba fuera.
- Voy a servirme una cerveza. Os dejo solas.
Y sonriendo, Lorena, jugó con su pie en el coño de su hija hasta que el chillido de placer de esta y notar la punta del pie empapada la hizo saber que se había corrido como dios manda.
Cielo Riveros y Katherine Riveros andaban despacio, juntas, en silencio. La pequeña de los Riveros con la cabeza gacha, casi arrastraba sus mocasines por el suelo de Madrid, como queriendo retrasar todo lo posible el llegar a casa. Katherine Riveros, comprendiendo a a su hermana, sintiendo lástima, pues ella misma pasó por lo mismo hace un año y sabe lo que se siente, la detuvo y la abrazó, y Cielo Riveros empezó a llorar.
- No quiero …no quiero…. ¿Por qué? ¿Y si voy a la policía?
- Cariño. - susurró Katherine Riveros - No lo hagas. Sería peor. No te iban a creer, todos lo negariamos. Todos.
Cielo Riveros miró a su hermana aterrada.
- ¿Tú también? ¿acaso disfrutas de esto?
Katherine Riveros cogió aire. ¿Disfrutaba? No siempre, al principio lo aborrecía, ver a su padre sobre ella, follandola, lamiendo su cara, sus tetas, empujando duro y haciéndole un daño terrible, Con el tiempo dejó de doler, de molestar, de escocer… solo en ciertas ocasiones, dependiendo de quien, de cómo, de cuan duro fuera, aborrecía lo que le ocurría, pero las otras, como con el rector, o con lso chicos de la universidad, disfrutaba. No era como Nati, que era una zorra que gozaba hasta con las azotainas salvajes que a veces les daba Belén, pero sí, gozaba, disfrutaba.
- Si, yo tampoco te apoya, y si, disfruto.
Las dos hermanas se miraron, Katherine Riveros secó las lágrimas de Cielo Riveros y la besó en la frente.
- Cuanto antes pase, será mejor, hoy y este mes. Lo peor, créeme, será después, cuando empiecen a venir desconocidos o conocidos que no te pensarías jamás así que, procura hacer algo para empezar a gozar, deja evadir tu mente, busca algo en lo que pensar mientras te follan, y dejate llevar. Con el tiempo, gozaras, como yo.
- Como Nati. - dijo sollozando y secándose las lágrimas con la manga.
- Si, puede que llegues a ser como ella.
Sin saber porque, Cielo Riveros sonrió a Katherine Riveros, la abrazó y la besó en los labios rápidamente tras asegurarse que no les veían.
- ¿Vendrás a verme cuando acaben conmigo?
Aquello había sonado cruel.
- Si aun no estoy con un cliente, si. Y Nati también. Te calmaremos y consolaremos, ya verás, y haremos que olvides todo lo más rápido posible.
Asintiendo, Cielo Riveros, se separó de su hermana.
- Vamos. - dijo con un hilo de voz.
Y continuaron su camino a casa.
El despacho estaba cerrado por dentro, Fernando siempre lo cerraba y más aun cuando alguna de las Riveros había entrado con él, y hoy estaba más acompañado aun.
Tumbado en el suelo desnudo, conas las piernas abiertas y con Natalia sobre él con el coño lleno de su polla, notaba los acompasados movimientos de la chica mientras de rodillas, tras la joven, ensartando con su polla su culo, Claudio provocaba esos movimientos en el cuerpo de la mayor de los Riveros que chupaba la polla de Antonio, que estaba de pie con las piernas abiertas y el cuerpo de Fernando entre ellas.
Los tres hombres gemían y sonreían, mientras Natalia jugaba con su dedo en su clirtoris a la vez que sus antiguos profesores se turnaban en pellizcar y sobar sus tetas y pezones dejándolos irritados y enrojecidos pero sin que la chica soltara un solo quejido.
Nada más llegar al despacho, a solas, y antes de desnudarse y de que dejara entrar a los otros dos profesores, Fernando había limpiado los pies de Natalia lamiendolos mientras ella, ya desnuda se masturbaba.
Ambos habían hecho lo mismo en ese despacho incontables veces, Los pies de Natalia eran lamidos casi a diario por su director. Limpios, sucios, con medias, sin ellas… Y son decenas los pares de medias rojas de uniforme escolar que tiene el director guarradas con manchas de sus babas y de sus corridas o las de Natalia.
El día de su graduación, realizada con pompa y efecto en el salón de actos del colegio, en pla americanada total, con ribete, toga y todo, Natalia acudió descalza al colegio y estuvo así toda la ceremonia, siendo observada por todos, pues había dejado la toga hasta la altura de los tobillos para que vieran sus pies blancos y desnudos con cada uña pintada de un color.
Al acabar, después de que Fernando le lamiera los pies en su despacho, la recién graduada fue follada por varios profesores y varios alumnos en el mismo despacho del director para despedirse por todo lo alto de su colegio, haciendo buen uso de los condones que se ponían los que no querían pagar por hacerlo sin él, bebiéndose el contenido de muchos y llenando su coño con el contenido de otros entre risas y excitación de los que miraban el espectáculo en cada momento que no eran otros que su padre, su abuelo, que también participaron, por supuesto, y Fernando, que cada tres polvos de la chica, lamia sus pies de nuevo.
Aquel día, Natalia fue follada veintisiete veces. Veinte por el coño y siete por el culo, además de lamwer después cada polla que pasó por sus agujeros. Cuando salió del colegio, ya de noche, chorreaba semen y notaba su cuerpo tan pringoso que fue la única vez que sintió algo cercano al asco.
Tras un mes de dudas, en cuanto le vino la regla de nuevo y se confirmó que no estaba preñada, las pildoras del dia despues eran el pan nuestro de cada día en la familia, así como las anticonceptivas, Natalia disfrutó de su primer verano de puta por todo lo alto, ganando más dinero por su cuenta que con la agenda de papá, y convirtiendose en la zorra numero uno.
Sin duda, la mayor de las Riveros era una puta ninfómana, y todo el que la probaba, se aprovechaba de ello, como hacían en ese momento sus tres viejos profesores que jadeaban y gemían mientras Natalia, sonriendo para si, con el cuerpo lleno de pollas, gemía excitada notando sus tetas arder de dolor y palcer y su oño honcharse de gozo mientras masajeaba su clítoris tan hinchado que estaba a punto de estallar.
Tras diez minutos, fue notando como uno a uno sus profesores se venían dentro de ella, saboreando el momento sin dejar que ninguno abandonara su cuerpo hasta saberse llena por los tres lados. Por fin, sacándose la polla que llenaba su boca, relamiéndose, sonriendo satisfecha y excitada, guió un ojo a Fernando que le miraba desde abajo.
- Y ahora, si quiere, nos quedamos a solas usted, y yo, para que me vuelva a lamer los pies.
>> Pero antes ya saben… Las tarifas siguen siendo las mismas.
Y se levantó dejando salir las pollas de dentro de ella soltando un gemido de placer.
Mikaela terminaba de preparar el cocido con el culo aún escocido por el palo de la fregona pero el placer latente en su cerebro y su coño. Tras ella, en la misma cocina, donde había una mesa para comer, Ana, desnuda y sonriendo feliz por haber hecho lo que había hecho con Mikaela, notando aun las lamidas de la chica en su coño y culo y el coño aun abierto tras sentir el pie de su madre dentro, terminaba de poner la mesa mientras sus padres, sentados a la mesa, bebían uno cerveza y otra vino. Lorena, que salvo las medias, que seguía teniendolas puestas, se había desnudado también, admiraba el cuerpo de su hija y su hijastra notando aún su pie empapado del placer de su hija y las babas de Mikaela.
- Anda… a mi prepararme un filete a la plancha después de la sopa. - dijo Ana tras sorber un poco de su copa de vino. - Este cuerpo no se mantiene a base de cocidos.
A sus 65 años, Lorena seguía siendo una mujer de espectacular figura y enorme belleza. Fácilmente podía pasar por alguien diez o quince años más joven, y le gustaba jactarse de ello, y a Alberto presumir de ella, por eso, y gracias a seguir con unos pechos firmes, podía seguir luciendolos sin sujetador y presumir de pezones duros a través de la tela de la seda de las camisas que solía llevar, o cómo había llegado hoy, de un ajustado jersey de cuello alto que marcaba su figura estilizada por el gimnasio y la dieta.
Mikaela fue a la nevera para sacar el filete cuando la puerta de entrada se abrió.
- Ya estamos aquí. - se escuchó a Katherine Riveros.
Y todos sonrieron, Cielo Riveros había llegado, la niña iba a dejar de serlo.
atalia sigue gozando en el despacho del director mientras en la casa familiar se prepara a Cielo Riveros para su gran día y su padre, en una comida de negocios, acuerda encuentros para sus chicas con nuevos socios.
Aun desnuda, notando las corridas deslizarse de su culo y su coño y con el sabor amargo de la otra en su boca, pero saboreandolo, Natalia, que deseaba ya coger con su mano el placer de los hombres que la habían llenado y se escapa piernas abajo, contaba el dinero delante del director, con quien se había quedado a solas ya.
- Setecientos euros… todo correcto.
Fernando, que seguía desnudo, sonrió.
- ¿Tienes prisa?
- No tengo que estar en casa aun. - dijo sonriendo y devolviendo al director su parte - ¿Te has quedado con ganas de más, cariño?
- De ti, siempre, ya lo sabes cariño.
El director se acercó a la chica y la besó en la boca, Natalia le abrazó y se dejó hacer hasta estar tumbada sobre la mesa del director con él entre sus piernas, elevando éstas hacia la cara de Fernando que empezó a lamer y morder las plantas de los pies de la joven que gemía excitada.
- Revientame… revientame… que salga de aquí sin poder cerrar las piernas.
- Cuanto deseo que seas solo mia.
Sonriendo Natalia negó con la cabeza.
- Cariño… sabes que eso nunca pasará… follaras gratis siempre que quieras, pero mi coño es de libre exposición. Y ahora, calla y no pares.
Y follándola tan salvaje como siempre, Fernando, que desde que la chica salió del colegio tenía una relación secreta con ella, se volvió a correr dentro de Natalia que no pudo evitar chillar de placer sin importarle si la escuchaban fuera del despacho.
Ya desnuda, Cielo Riveros se sentó a la mesa a comer con el resto de mujeres de la familia y el abuelo, único varón presente y único vestido.
Mikaela comía con ellos, y sus pies jugaban bajo la mesa con los de Ana, y Lorena, sentada una a cada lado, encerrando las dos el pie correspondiente de Mikaela entre los suyos,sonriendo las tres. Alberto sabía lo que hacían las tres mujeres y las sonreía, mientras Katherine Riveros y Cielo Riveros comían en silencio y sin apenas levantar la vista del plato.
- Papá llegará justo antes de subir a follar, cariño - dijo de repente Ana haciendo a todos mirarla - Así que en cuanto acabes de comer, subiras, te darás un aducha relajante, limpiando con esmero. Lávate el cabello también, y después, la abuela y yo subiremos a prepararte.
- ¿Queréis que os ayude? - dijo Katherine Riveros sabiendo que eso haría a Cielo Riveros estar más confiada más tranquila.
Cielo Riveros miró a su madre con ojos vidriosos y suplicantes, la mujer iba a contestar que sí cuando Lorena, habló.
- No. No hay que romper la tradición. Son la madre y la abuela las que preparan a la niña para ser mujer. Subiras cuando Cielo Riveros ya sea una mujer completa.
Aguantando las lágrimas, Cielo Riveros asintió mientras Katherine Riveros, sentada a su lado, acariciaba el pie de la pequeña con el suyo en señal de apoyo y afecto.
- Como te decía - siguió diciendo Ana - La abuela y yo subiremos a prepararte. Dejaremos tu coño y pubis libre de pelo. Desde hoy, será labor tuya mantenerlo así siempre.
Cielo Riveros asintió. La verdad es que eso le agradaba, los coños de su hermana y de su madre le aprecian hermosos así, a ella el suyo le gustaba, el rizado vello moreno le agradaba, pero reconoció que ver el triángulo del placer, como decía Nati, libre de vello era hermoso.
- Después procederemos a practicarte un enema. Eso lo haremos en mi habitación, en la bañera, y después te cucharas de nuevo.
Cielo Riveros se tensó, Katherine Riveros también. Aquello era muy desagradable, la primera vez que se lo hicieron fue también el día que la desvirgaron, desde entonces, siempre que su abuelo o su padre quieren darla por culo, hay que hacerlo, ya puede ella asegurar que tiene el orificio inmaculado, que sus tres litros de enema caen seguro.
- Cuando nos aseguremos que estas limpia - eso quería decir que serán mínimo dos enemas, recordó Katherine Riveros - podrás bajar a merendar si quieres, aunque no te lo recomiendo, si papá tarda mucho habría que ponerte otro enema, y luego, cuando papá llegue, subiras de nuevo te quedarás de pie en mitad de la habitación a esperar a papá entre y luego ya, será lo que él decida, y cuando acabe, sin tiempo a nada más, entrará el abuelo, y después, de nuevo, sin descanso, papá para cerrar el círculo. Luego ya, si no están ocupadas con nadie, entrarán tus hermanas, si ellas no pueden lo haré yo y después, si lo deseas, podrás bajar a cenar o quedarte ya en la cama y descansar hasta mañana.
Ana había contado todo con una sonrisa en la cara, sin dejar de sentir el pie de Mikaela entre los suyos moverse y acariciar sus pies. Cielo Riveros, asintió sin levantar la mirada de su cocido, que apenas había probado salvo la sopa. Tenía el estómago cerrado.
- Es mejor que no comas mucho - dijo sonriendo Lorena al ver que la niña no comía - Cuanto más vacío tengas el estómago, mejor para el enema.
Ana asintió y Mikaela sonrió, a ella le encantaba que Alberto la diera por culo, y se practicaba los enemas ella misma, y sabía bien que un estómago lleno era contraproducente.
- Haz caso a tu abuela - dijo la asistenta frotando bien sus pies entre los de las dos mujeres que la cercaban. - No comas más.
Cielo Riveros dejó sus cubiertos sobre el plato y miró a todos los presentes uno a uno con los ojos enrojecidos y al borde del llanto.
- ¿Puedo subir?
- Si. - dijo Ana - Me parece bien. La abuela y yo subiremos en breve y empezaremos con todo. Ve duchándote.
Asintiendo, Cielo Riveros se levantó de la mesa y, arrastrando sus pies, aterrada, subió a su dormitorio.
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